En el barrio La Esmeralda, en la localidad de Teusaquillo, la estrategia Barrios Vivos impulsó un proceso participativo enfocado en el cuidado del medio ambiente y la recuperación del espacio público. Junto a la comunidad, se identificaron problemáticas clave como la contaminación por residuos, el deterioro de las zonas verdes y la necesidad de fomentar mayor conciencia ambiental en el territorio.

A partir de este diagnóstico colectivo, se definieron cinco líneas de acción que articularon arte, pedagogía, comunicación y acción comunitaria. Además, se realizaron talleres innovadores de educación ambiental como biodanza, reciclaje y manejo de residuos. Uno de los lugares más representativos del proceso fue el BULE (Bosque Urbano), un espacio simbólico de encuentro que concentra el valor ambiental y emocional del barrio. Desde allí, se promovieron campañas de concientización y eventos comunitarios que visibilizaron el proyecto, fortalecieron la cohesión social y fomentaron el sentido de pertenencia hacia los espacios comunes.

La comunidad de La Esmeralda demostró que la acción colectiva puede ser una herramienta poderosa para transformar el territorio desde el cuidado, la participación y la memoria. Este proceso dejó huella en la forma como los vecinos se relacionan con su entorno y entre ellos, reafirmando su compromiso con un barrio más verde, más vivo y más consciente.